El logos: ¿entidad objetiva preexistente precede la experiencia? No. Con el uso de la palabra la experiencia se transforma en un acto reflexivo. La conciencia de la subjetividad se manifiesta en el lenguaje.
En el caso de la música ¿la experiencia de la escucha puede existir sin la palabra? De alguna manera, la palabra puede validar la experiencia musical y el discurso abstracto sobre dicha experiencia nos lleva a la razón.
Racionalizar la experiencia es desmenuzarla para tratar de encontrar nuestra verdad. Si la experiencia musical está ligada a un sistema linguistico que permite la comunicación racional con otros individuos, no es obligatorio que se exprese con palabras.
¿Puede el uso de ciertas palabras deformar la experiencia de la escucha? Es indispensable dar al lenguaje la oportunidad de expresarse. La mayoría de las palabras son usadas con cinismo y algunas son usadas como escudo para proteger nuestra sensibilidad del discurso de los otros. Y no obstante, deben ser estructuradoras; el individuo debería expresar su pensamiento con su lenguaje, el cual participa a la estructuración de su subjetividad.
Nuestro discurso, o sea la traducción verbal de nuestras experiencias, se vuelve una exposición pública, con todos los riesgos que eso conlleva. Y este discurso, este diálogo con nosotros mismos, hay que interpretarlo después con palabras. ¿Por qué utilizamos las palabras que empleamos para hablar de las experiencias estéticas?
A pesar de las diferencias de idiomas, lugares y tiempo, es importante establecer mecanismos de discusión cooperativa a nivel de la humanidad para concentrarnos en lo que consideramos los valores esenciales de la vida y del bienestar individual y colectivo. Así tendremos un mundo social más racional, siendo la razón una herramienta que nos indica lo que podríamos tratar de hacer.
Nuestros sentidos no nos permiten confirmar la existencia del mundo y nuestro lenguaje no parece ser capaz de representarlo ni de describirlo.
Evocando el lenguaje, el filósofo alemán Hans-Georg Gadamer habla de la indisoluble unidad de oír y entender. Si falta esa unidad no se entiende, decía, y entonces el sujeto se confronta a sí mismo. Consideramos que justamente es en esta supuesta confrontación , en este diálogo que puede llegar a ser cómico o trágico, que los sujetos muestran sus diversidades - y no sus identidades.
No somos infalibles, y la interpretación de las experiencias por medio del discurso puede desembocar en la formulación de propósitos que no reflejan verazmente dichas experiencias. Es un riesgo, un desafío. Aquí se da el punto de encuentro entre la experiencia y la interpretación.
Sin embargo no podemos idealizar este punto, esta narración; podríamos alcanzar un entendimiento si se respetan a la vez el carácer dinámico de la experiencia y de la interpretación. Este respeto nos compromete igualmente a efectuar un examen de la temporalidad de la autonarración. Esta narración no será nada más que un juego, que una serie de ficciones e hipótesis que consideraremos como-si fueran una entidad objetiva compartida por todos.
Cualquier sea el origen del lenguaje, debe haber sido un evento comunal, dependiendo de un conocimiento comunal no declarado - fue un evento de comunicación comunal.
El lenguaje debe operar en el marco de una “solidaridad de culturas” como le comentó Durkheim. Es probable que las religiones han tenido un papel fundamental en esta solidaridad.
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